Dos días después, el ambiente se volvió más denso. Domingo de Cross-Country. Ocho vueltas. Siete corredores peleando en cabeza. Maillots de la CFR en la mezcla desde el pistoletazo de salida. Cole Punchard tomando curvas. Charlie Aldridge intentando remontar tras un derrape. Y en el centro, Luca Martin, pilotando con moderación, dejando que la presión lo envolviera. La penúltima vuelta lo contaba todo. El pelotón se quebró. La subida mordió. Luca se movió. Afrontó la pendiente más pronunciada sin escatimar en medidas, fluyó por las curvas cerradas boscosas y emergió solo. Su primera victoria en la Copa del Mundo de XCO, conseguida en su propio terreno. Un rugido de la afición francesa que lo seguía en cada curva. Cole, frenado por una rueda rota, remontó hasta la décima posición. Su dominio de la carrera inicial sigue siendo la comidilla del día.
La carrera femenina mantuvo su propio ritmo. Jolanda Neff mantuvo el equilibrio en las subidas, cortando cada vuelta con la misma precisión. Novena en la línea de meta. Una actuación que habla no de espectáculo, sino de certeza. Ana Santos se alzó con una victoria diferente. De vuelta tras una lesión. Su primera Copa del Mundo completa en meses. Sin un regreso suave. Sin una entrada suave. Asumió la distancia completa con una convicción serena.
El domingo por la noche, el balance estaba despejado. Dos victorias. Cuatro ciclistas entre las diez mejores. Una plantilla que mostraba profundidad, resiliencia y hambre a partes iguales.
La SCALPEL atravesó cada cuadro del fin de semana. Desde el golpe decisivo de Aldridge y la carrera de élite de Cole hasta la irrupción de Martin en casa, desde el control de Neff entre las diez mejores hasta el regreso de Ana al equipo. Les Gets se convirtió en un récord de su presencia.
Esto no fueron un par de resultados. Fue un pasaje escrito en la crónica continua de Cannondale Factory Racing. De esos que marcan temporadas y consolidan leyendas.